Hotel de Banville Paris
El Hotel de Banville, totalmente renovado,
combina hoy el encanto de un edificio de la década del 30 y un diseño de una alta calidad indiscutible.
Live music todos los martes desde las 18.30 hasta las 22.00 horas
Los materiales han sido elegidos con esmero para obtener volúmenes luminosos y cálidos.
El alma del salón se expresa en torno al piano, a la chimenea y a los cuadros antiguos.
Los pasillos y la escalera del hotel de Banville se renovaron totalmente a finales de 2002. Son sobrios y elegantes, y se armonizan con la arquitectura de la década de 1930: paredes en piedra de París, mármol y una barandilla negra muy decorativa resaltada por el rojo intenso de las puertas de las habitaciones y el velo de lino de las ventanas. Último detalle: la sorprendente iluminación que subraya desde el suelo el número de las habitaciones grabado en el umbral de la puerta de vidrio opaco.
Luminoso y confortable remanso de paz, la habitación "Théodore de Banville" está inspirada en el encanto de una mansión burguesa del siglo XIX. La habitación dispone de un gran lecho vestido de organdí bordado, paredes tapizadas en tela de Jouy, amplios estantes confeccionados con tablones antiguos, y de un cuarto de bano digno de una casa de campo, con banera de ángulo apartada, azulejos a la antigua usanza y cristales ahumados. Un ambiente con dos facetas para una habitación de carácter único en París.
Última creación del Hotel de Banville, las Pastorcillas son el símbolo del extremo cuidado que Marianne Moreau dedica a la decoración de sus habitaciones. Sus tres últimas realizaciones persiguen el encanto de las bellas estancias de Auvernia. Por derecho propio, los materiales nobles -mármol envejecido, la dulzura del lino, frisos pintados y recipientes de cerámica-, crean una decoración cálida y maravillosamente confortable. A imitación de los cuartos de bano sublimes inspirados en cantous regionales, esas grandes chimeneas frente a las que pasar la tarde o la velada, para albergar aquí una banera de hierro de antano tras un precioso tapiz de Canovas.
Invitación al ensueno... el apartamento de Marie, levemente abuhardillado, lo ha disenado la decoradora como si hubiera deseado albergar en él al pintor italiano de su cuadro predilecto.
Un desayuno inolvidable con París como testigo.
Vistas amplias desde la séptima y octava plantas sobre la Torre Eiffel, el Sagrado Corazón y el Arco del Triunfo.
La adorable terraza bañada por el sol confiere un encanto indescriptible a la habitación de Amélie.
El refinamiento y la intimidad de cada habitación cuentan una historia distinta. Se sentirá como en su casa. Cada una de ellas le descubrirá una novela que le hará sonar desde las primeras líneas.